Maduro es como un animé, ágil, pero autodestructivo

Jeudiel Martínez, sociólogo y escritor venezolano especializado en comunicación y radicado en Brasil, destaca entre su generación por la originalidad de su enfoque. Sus análisis pueden mezclar animé y Foucault en sus interpretaciones cáusticas sobre eventos sociales y culturales, brindando una perspectiva única. Su reciente artículo en Caracas Chronicle, “Madurismo’s Electoral Dilemma”, fue ampliamente compartido y comentado por su interpretación sobre los resultados del referéndum del 3 de diciembre. En su último libro, Martínez aborda el tema del wokismo.

Tu artículo hace una crítica cáustica sobre el “sufragismo” como estrategia electoral de la oposición tradicional venezolana.

Sí, he estado debatiendo en redes sobre la mentalidad reduccionista de la política, común en la élite venezolana. Antiguamente, la izquierda no compartía esta visión, pero fue cooptada y disuelta. Entre la élite y la clase media, que forman eso que se conoce como oposición, predomina la idea de que la política se limita al “voto o plomo” que nos legó el período de Betancourt y Caldera. Esta concepción es muy limitada y no refleja una verdadera comprensión del liberalismo, de hecho es bastante iliberal. En Venezuela, la representación política tiende a ser oligárquica, no democrática, a diferencia del equilibrio entre representación y participación directa propuesto, por ejemplo, por los teóricos de la revolución americana. Esta mentalidad se ha arraigado, amplificada por quienes viven de la política y la pasividad de las clases medias. En Venezuela Incluso el libro ‘On Revolution’ de Hannah Arendt se ve como subversivo, al desafiar lo que la oposición considera norma.

Pero sin embargo, solo el voto les ha permitido conquistar espacios políticos.

Mi crítica apunta a la visión reduccionista de la política, donde se ve el voto como el único medio de participación democrática. Lo democrático del voto no reside en la representación, sino en la elección de quién ejercerá el poder, revirtiendo la relación entre gobernante y gobernado. La democracia implica que el gobernado gobierna al gobernante de vuelta, define su campo de acción.

El voto es crucial, pero no es toda la política, y menos aún las campañas electorales. El problema no es defender el voto, sino reducir toda la política a él, especialmente a una versión limitada y corrupta, comparable al Miss Venezuela. En 2015, la oposición logró un éxito parlamentario, pero fuera del ámbito electoral e institucional, quedaron desorientados.

El chavismo, en cambio, reacciona como un personaje de animé, se hace de una cosa inesperada, se adapta y sorprende, dejando a la oposición atónita. Por ejemplo, Ramos Allup fantaseaba con ser presidente, pero cuando el chavismo evolucionó hacia el madurismo y una dictadura, la oposición no supo actuar más allá del terreno electoral. El problema, entonces, no es el voto en sí, sino el reduccionismo electoral.

¿Podemos decir que la oposición tradicional venezolana se debate entre dos posiciones sobre la estrategia a seguir, el “sufragismo”, o la visión que busca construirle puentes de oro al madurismo para acceder a abrirse a la democracia, y el “hasta el final”? Expresiones como la Comisión Nacional de Primaria, que puede organizar una elección sobre las espaldas de un voluntariado, de forma autónoma, ¿no apunta a esa visión más allá de lo electoral que tu señalas?

Claro, hay una parte totalmente constituyente, organizadora de todas esas cosas, la Primaria les rindió bastante, pero ese evento pudo haber trascendido en mayor articulación para los ciudadanos, en lugar de limitarse a una sola ocasión, para luego dejarlos indefensos y desorganizados. Se podrían crear comités permanentes en las cuadras o parroquias. Pero lo que predomina es ese enfoque lo que reveló tan bien el debate que una vez organizaron: más una exhibición de candidatos al estilo ‘Miss Venezuela’, donde la gente simplemente elige entre opciones presentadas.

Yo creo que la Primaria también los sorprendió a ellos mismos. No se dieron cuenta del potencial real de lo que estaban haciendo hasta el día de las elecciones, cuando la participación masiva convirtió el proceso en una manifestación pública con concentraciones en las calles. Esto fue significativo, pero contrasta con su reacción ante la persecución por parte de la Fiscalía. En lugar de movilizar, su primera instrucción a la gente fue que se quedaran en casa.

¿Tu crees que Casal cometió un error político al pedir que la gente no le acompañe a la Fiscalía?

Yo creo que lo comunicaron muy mal, horroroso: Casal pudo haber aconsejado prudencia y autocontención, pero emitir una orden explícita de desmovilización fue un error grave. La manera en que lo formularon fue tan equivocada que, el Fiscal, el Presidente o el Ministro del Interior pudieran haber tomado sus mismas palabras, parecían jerga oficial.

Entiendo, pero, ¿no piensas que quizás estaban evitando caer en una provocación?

Si, claro, pero creo que se perdieron en eso porque ven las cosas desde la perspectiva del miedo, porque hay muchas maneras de decir eso con otra formulación, pero esa expresión revela su manera de ver las cosas, que es totalmente oligárquica, que es que las gente se expresa solamente votando. O sea, para decirlo así, ese es un statement de metafísica práctica. Eligieron una manera muy específica y clara de desalentar a la gente, lo cual es una decisión política significativa en sí misma.

¿Cómo lees tú, entonces, en conjunto, los últimos eventos electorales, tanto la Primaria como el referéndum?

Como mencioné en mi artículo, el madurismo demuestra una gran capacidad de reinventarse. Pero a la vez, es autodestructivo: en la Primaria se encontraron con el enorme rechazo que les propugna la gente y durante los primeros días se mostraron meramente reactivos, en lo que podría calificarse como una especie de histeria. No es exagerado decir que estaban histéricos. Desde su perspectiva tiránica, adoptaron posturas desesperadas, algo que en teoría no deberían hacer. Pero luego, mostraron astucia política al redirigir la atención hacia conflictos imaginarios como el del Esequibo, reorganizando así la poca esfera pública que queda, de una manera más afirmativa y no reactiva. El problema se les presenta en la medida que ese conflicto imaginario se va volviendo real, entran en juego terceros que elevan el riesgo de la parada, que les puede resultar catastrófica.

Esto llevó a una reformulación del funcionamiento del Consejo Nacional Electoral, su “amorización”, y en el proceso de habilitación de candidatos, creando un nuevo paradigma político, aunque potencialmente suicida. Por ejemplo, los gestos del madurismo son interpretados de manera distinta por actores internacionales como Estados Unidos, Brasil, Guyana y el CARICOM. Lo que nosotros vemos como gestos dirigidos a la política interna principalmente, otros lo ven como amenazas bélicas, incrementando el riesgo de escalada.

La visita anunciada a Moscú, por ejemplo, es desconcertante y parece una provocación innecesaria, especialmente después del acuerdo de Barbados hace menos de dos meses.

Esa reconfiguración del paradigma político que señalas, que pasa por un nuevo CNE, qué perfila para el electorado el año que viene

Mi hipótesis, porque a diferencia de los politólogos, uno tiene hipótesis, yo no creo tener la razón, sino que uno somete su tesis a la experiencia para comprobarla, creo que al declarar una participación electoral exagerada, inverosímil en el referéndum, el gobierno está haciendo una declaración sobre su control del aparato electoral. Si combinamos disciplinas como la semiología y la sociología política, se entiende que hay un cambio significativo. El nuevo CNE, por ejemplo, es completamente diferente de los anteriores en cuanto a que no se dedica a contar votos, sino a emitir consignas. Para el nuevo CNE, los votos pasan a segundo plano.

Sin embargo el madurato, aunque más adaptable y organizado que la oposición, se encuentra en una posición vulnerable, al comprometer la suerte a una candidatura, con alto rechazo, y con su resistencia a cualquier forma de alternancia en el poder. Hay muchas maneras en que una organización puede preservar el poder, incluso con alternancia, como en Irán. Pero Maduro se resiste a cualquier tipo de cambio interno o alternancia aparente, como la que practicaba México con el PRI o en Venezuela cuando Gómez.

A pesar de su habilidad política, Maduro está desperdiciando su ventaja al aferrarse al poder. Se encuentra atrapado en una lógica de aceleración y riesgo constante, a diferencia de Chávez, que sabía manejar el ritmo, alternando entre aceleración y pausa, radicalización y moderación. Pero Chávez tenía popularidad y recursos, mientras que Maduro carece de ambos.

Esta situación lo ha llevado a callejones sin salida, como la cuestión del Esequibo, que es un problema dentro de otro mayor: su paranoia de no delegar ni negociar el poder, incluso dentro del chavismo. Y esa aventura del Esequibo, que los países vecinos están tomando muy en serio, hoy se ha convertido en amenaza para su poder.

Sin embargo, en tu artículo dices que el madurismo tiene todo amarrado: la autoridad electoral, los candidatos, el sistema electoral, pero los últimos eventos, parece que le falta amarrar la voluntad popular: la gente no le fue al referendo y votó en contra en la primaria…

Exactamente, estás resaltando dos puntos clave. Primero, algo que Maquiavelo ya había descubierto: el sentido político del pueblo común suele ser superior al de las élites. La gente común entiende que votar o abstenerse es una decisión pragmática, no un principio moral absoluto. Por eso, han alternado entre votar y abstenerse según la situación. Cuando votar servía para expresar su rechazo, tanto a la oposición alineada con Maduro como al propio Maduro, participaron. Pero cuando se dieron cuenta de que Maduro quería usar su participación en el Referéndum como una demostración de apoyo, se abstuvieron, leyendo perfectamente su intención de arrearlos como ganado. Esta comprensión sencilla de la dinámica política a menudo falta en el análisis político venezolano y es rara entre nuestros politólogos.

En segundo lugar, a pesar de tener control sobre elementos claves que conforman el espacio político, Maduro no ha logrado asegurar el apoyo del pueblo. Podría haberlo hecho siendo más flexible, permitiendo que alguien menos impopular se pusiera al frente: hay muchas formas de mantener el poder sin someterse directamente. Sin embargo, en el chavismo, parece que el liderazgo es algo que no se puede soltar; es como sostener un cuadro que no se puede clavar en la pared. Quien lo tiene en sus manos debe sostenerlo hasta el final porque si lo cede, se lo quitan. No sé si es realmente necesario para su política, pero claramente ellos lo creen así.

Es que han visto lo que ha sucedido, por ejemplo en Ecuador, cuando Correa entregó para que le sostuvieran el cuadro

Sí, es cierto. Porque Rafael Correa en Ecuador no tenía un control total sobre las instituciones, y por contraste, en la mentalidad del chavismo, la no alternancia en el poder es fundamental. Para ellos, perder el poder es sinónimo de muerte política. Además muchos han cometido acciones irreversibles de las cuales no pueden escapar y por las que podrían tener que responder, vinculadas, además, a violaciones de derechos a nivel internacional, lo que los pone en un callejón sin salida.

Si Maduro hubiera permitido que otro dirigente chavista ganara en 2018, probablemente habría aliviado muchas tensiones.

¿Cuál es el escenario que puede preverse para la próxima elección?

No lo sé, pero destaca su planteamiento en términos absolutos: si para la oposición es votar o no votar, en ellos es mandar o no mandar. El madurismo es increíblemente inteligente a la hora de mantenerse en el poder, e increíblemente torpes a la hora de diseñar un régimen político sostenible.

En ese sentido, tú hablas de la incertidumbre que se abre por la reacción del pueblo al tener que enfrentarse a 6 años más de Maduro

No estoy especulando sobre una gran rebelión, aunque eso es ciertamente posible. La historia está llena de ejemplos donde una brizna de paja adicional sobre el fajo que soportan, desencadena un enfrentamiento masivo contra un gobierno. Sin embargo, lo más probable es que la respuesta sea una ola masiva de migración, complicando la situación en todo el continente.

El punto clave es la impopularidad de Maduro. A pesar de su control sobre la situación, nadie puede predecir cómo reaccionará un país obligado a soportar a un presidente extremadamente impopular. Esto es indeterminado debido a tres factores: la impopularidad de Maduro, el sentimiento de imposición y la percepción de que esta imposición solo empeorará las condiciones de vida.

Podrían surgir varias expresiones insurreccionales, además de la migración masiva, en las semanas y meses siguientes, con tendencia a complicar la situación aún más.

¿Escenario Nicaragua?

La sociedad venezolana es mucho más compleja que la sociedad nicaragüense, pero si Maduro logra reelegirse, será a costa de simplificar y fragilizar todavía más la sociedad venezolana, lo cual probablemente se manifieste en términos de la migración de gente y grandes cambios demográficos, pero nadie puede asegurar qué puede pasar.

¿Cuál es entonces el dilema que enfrentan las bases del PSUV hoy?

El dilema fundamental que enfrentan las bases del PSUV es entre preservar el chavismo o preservar a Maduro. El chavismo no necesariamente debería vincular su destino al de Maduro. También podrían considerar si el chavismo necesita estar constantemente en una lucha de imposición sobre el resto de la sociedad. Aunque el chavista promedio puede tener una mentalidad de lucha a muerte, lo que es problemático, el chavismo enfrenta la misma disyuntiva que el resto del país: ¿por qué comprometer su futuro con un candidato impopular?

Ahora, cómo pueden los chavistas expresar su descontento o incluso plantear esta disyuntiva es otra cuestión. ¿Qué canales tienen para comunicar su desacuerdo? Dentro del chavismo, todo se vuelve una división entre amigos y enemigos, y para un chavista radical, cualquiera que no sea chavista es un enemigo. Así, enfrentan dos dualidades: preservar el chavismo o renunciar al poder, y cómo gestionan esto internamente es desconocido. Deben considerar si es más importante respaldar a Maduro frente a los enemigos o reconocer los inconvenientes de su liderazgo. Si valoran más la suerte colectiva del chavismo que la de Maduro, ¿cómo pueden expresar esto?

El problema es que el chavismo es cesarista, articulándose en torno a una figura. No tienen un comité central, sino un líder. Sería interesante ver si los chavistas están considerando esta disyuntiva entre preservar el chavismo o a Maduro y, si es así, cómo podrían expresar sus dudas o buscar un cambio.

Pero en la oposición tradicional la dualidad no es menos dramática

La victoria de María Corina, irónicamente, representa un tipo de triunfo democrático. Fue un rechazo tanto al madurismo como a la oposición colaboracionista. Al principio, el único candidato trabajando para construir una organización efectiva era Caleca, y la candidatura de Tamara Adrián, era interesante, pero no logró superar su rol de activista. María Corina, por su parte, se mantuvo firme en su rechazo a la cohabitación y logró conectar con mujeres pobres y con la aspiración de retorno a la normalidad, de revertir el éxodo migratorio, construyendo un liderazgo al estilo venezolano, con un buen following, pero no necesariamente estructurado, sobre esa consigna de “hasta el final”, que me parece que muy bien pensada, porque le dio vuelta a esa tontería de poner plazos: que si Maduro se va el 3 de enero, Chávez el 4 de marzo, en dos horas sale, tontería en la que se agotaron, y los 25 años de chavismo sumaron todos los cortos plazos de la oposición.

Ella, sin embargo, colocó este esfuerzo “hasta el final”, que no implica sino hasta que esta cosa cambie, no parar nunca, y eso la ayudó a movilizar y construir un liderazgo, lo que no es poca cosa.

Sin embargo, ahora parece haber adoptado un discurso más centrado, similar al de Capriles, lo que resulta inquietante y hasta cómico. Habla de depender de fuerzas internacionales, una tesis desacreditada en Venezuela. Aunque inteligente y con carisma, María Corina tiende a ser más una candidata que una organizadora. Ha creado un following efectivo, pero falta ver si puede ser una organizadora de la acción humana, como lo es Moody o Evo Morales o fue Martin Luther King o Hitler o Lenin o Betancourt: alguien que crea tecnologías políticas, crea organización, articula,cosa especialmente importante cuando los mecanismos de habilitación están diseñados para excluirla y donde no parece la comunidad internacional tener poder alguno para cambiar esta situación.

Antes de que Maduro se volviera loco con la cuestión de Guyana, parecía que el mundo estaba más interesado en comprar petróleo venezolano y en la deportación de venezolanos de sus países. Daba la impresión de que había una aceptación general de regularizar a Maduro aunque fuera temporalmente. En este contexto internacional, a María Corina le toca ahora moverse en un terreno de política profunda, de articulación del deseo humano, tan crítico en la profunda crisis venezolana, es decir, de hacer lo que ella misma menciona pero no hace, que es construir fuerza.

¿Qué opciones tiene entonces la oposición tradicional si su candidata no es habilitada?

No queda claro. Quizás es pronto para decirlo. Obviamente la seguirán hostigando, le van a a destruir la poca estructura política que tiene, a todo su entorno, le van a limitar hasta que quede como Guaidó, que era como una cabeza sin cuerpo, excepto por los reales, que eso sí los controlaba, e iban a las cuentas de los amigos de él de Voluntad Popular. Me imagino que a María Corina la van a guaidoizar.

En este momento, hay mucha incertidumbre. El principal argumento contra Maduro sigue siendo su insistencia en mantenerse en el poder a toda costa. Esto debería servir como un llamado de atención para que la gente empiece a confiar más en sí misma que en una dirigencia política y en una élite intelectual que hasta ahora no ha demostrado ser efectiva.

Analizando las encuestas, porque números duros no tendremos del referéndum, uno puede derivar que hay una base chavista que no está con Maduro, pero que tampoco encuentra expresión en nada que le plantee la oposición. ¿Qué pasa con esa gente?

Esa gente está en un limbo. Para tener una voz efectiva, necesitan articular demandas claras, un discurso coherente, una forma de organización y liderazgos definidos. Este grupo siempre ha sido débil y enfrenta problemas similares a la oposición, siendo representantes de élites igualmente cleptocráticas. Figuras como Barreto, o Rafael Ramírez, que suelen ser los rostros del chavismo disidente, no son precisamente inspiradoras. Nunca vemos líderes nuevos emergiendo de este grupo, como un dirigente campesino de Guárico o una líder comunitaria de Catia, que podrían tener un impacto significativo. El chavismo disidente siempre ha sido elitista y oligárquico en este sentido: nunca ha logrado generar una expresión genuina de descontento desde su visión de élites chavistas caídas en desgracia. Ejemplos como Jaua, que de repente descubren la ‘democracia radical’, carecen de credibilidad. Lo que falta ver son expresiones auténticas desde la base del chavismo, o de liderazgos intermedios que realmente no apoyan a Maduro. Si la representación de este chavismo disidente recae en figuras como Lacava o dirigentes históricos similares, es improbable que resuenen más allá de su propia audiencia.

Hablaste de las “reacciones histéricas” del madurismo ante las derrotas electorales, usualmente seguido de una ola represiva. Eso va en línea con el anuncio del Fiscal contra una serie de personas opositoras. Estamos frente a una reacción histérica

No, esto es otra cosa, ellos tuvieron una reacción histérica a consecuencia de la Primaria, porque no se lo esperaban. Luego se re-inventaron con lo del Esequibo, cogiendo a todo mundo por sorpresa, y eso fue buenísimo para retomar la iniciativa política, pero que cuando comenzó a agarrar forma, se tornó horrible y lo que estamos viendo hoy si tiene algo de histeria porque ellos se sienten muy amenazados, pero va más allá: esto es el comienzo de una arremetida para desmembrar el liderazgo de MCM, inclusive de desarticular todo tipo de oposición y hasta coaccionar a todo pensamiento crítico.

El madurismo prevé: desarticulan a las oposiciones de antemano, sea cual sea su expresión. Lo vimos con el FAES, que buscó con sus masacres aterrorizar a los barrios en previsión de sus protestas. Esta arremetida busca, además de aislar a María Corina, intimidar: como cualquier acto violento de cualquier mamífero, o de cualquier animal, que es también espectacular: busca mostrar fortaleza a la vez que golpear de antemano en todos aquellos lugares donde saben que pueden encontrar resistencia. Contrario a la represión contra los miembros de la Comisión de Primaria, que fue más reactiva, este es otro nivel, calculado y bien pensado para sembrar el terror.